La máquina de cantar

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Había pasado la mañana en el banco, concluyendo los trámites de la cesión de su inmensa fortuna al sistema y cambiando en yuanes la calderilla restante, y al llegar a casa y sentarse frente al ordenador para enfrentarse a este diario no sabía muy bien, servidor, si ponerse a hablar de poesía o del último ensayo de Harold Bloom, o de la última película de Terrence Malick o de la de Lars von Trier, o de las virtudes del suicidio homeopático o del bloqueo de las tarjetas sanitarias de los parados, o de dios contra los fosfenos. Y entonces sonó la campanilla.

— ¿Quién es?, preguntó un servidor desde su lado del portón.
— Soy Punset, respondió desde el otro lado una voz charlesperraultina.
— Es que no quiero pan, ya tengo.
— Pero si es natural.
— Me alegro de que lo comprenda.
— No, no; quería decir que…
— Pues nada, nada, adiós.

Es tremenda la cantidad de famosos que están pasando estos días por casa. No hace ni tres que Loquillo, empeñado en que teníamos que charlar sobre el futuro, casi obliga a un servidor a llamar a la guardia civil. Y eso que servidor no hubiese tenido ningún inconveniente en hablar sobre el futuro si se hubiese tratado en efecto del futuro, pero se trataba de firmar no se sabe qué papeles que la máquina de cantar se había comprometido a entregar al Sabadell en no importa qué fecha y ventanilla. A nadie le interesa hablar del verdadero futuro, sólo de algún futuro concreto, contante y sonante, que más bien parece un presente disfrazado. Así no le extraña a un servidor lo que le pasó la semana pasada.

La revista Nature publicaba que un grupo de científicos había descubierto los dos agujeros negros más grandes conocidos hasta la fecha, con una masa casi 10.000 millones de veces superior a la del Sol, y servidor les escribió proponiéndoles llamarlos Lehman Brothers (informalmente, y Lehman I y II oficialmente), pero le contestaron (muy rápidamente, además) que eso no sonaba nada científico y que NGC 3842 y NGC 4889 sí. «Y además cambiarles el nombre a estas alturas sería un follón», concluían. Pero esperen, porque no les cansaría con una cosa tan nimia si no fuese por lo que sigue: la respuesta le llegó a un servidor escrita en la parte de atrás de un cartel parroquial presbiteriano contra la homosexualidad doblado en cuatro; y en sobre reutilizado, concretamente en el mismo que había enviado un servidor previamente pero con la dirección de ida tachada y la de vuelta debajo. A mano.

Servidor no necesita más pruebas para convencerse de que la crisis está pasando a mayores, y le pesa que la investigación científica acabe por acusarla ahora que se siente tan neoeuropeo e implicado, porque la nueva Europa necesitará científicos, y muchos, que piensen en la dinámica de los agujeros negros. En eso y no sólo en eso.

Por ejemplo: Emily B. Moore y Valeria Molinero, trasteando en el departamento de Química de la Universidad de Utah en Salt Lake City (América de Arriba) han descubierto que el agua se puede mantener líquida hasta los 48 grados bajo cero, lo que significa que no hay nada que impida subir los precios de la calefacción a las rentas más bajas y que los pobres sigan oliendo bien.

— Los pobres podrán ducharse a temperaturas de menos veinte grados sin que se les congelen las cañerías, le han asegurado a un servidor tanto Emily como Valeria.

Un gobierno de futuro debería saber que una investigación bien enfocada, como esta de Moore-Molinero, podría contribuir mucho a la contención del gasto público, e invertir en ella. Urdangarin, si estuviera libre, podría ocuparse desinteresadamente de su posterior aplicación práctica, mientras cantantes como Loquillo o Luz Casals, o filántropos como Punset o actrices como Geraldine Chaplin, o cineastas como Fernando Trueba, o sevillanos como Luis Rojas Marcos, promocionarían el producto a nivel nacional sin que se les cayera la cara de vergüenza. Todo es poco si sirve para la consolidación de un futuro algo más procomún y realista, menos contingente y teórico que el de que un servidor dispone. Porque a un servidor, el futuro, se le está volviendo más teórico de lo que le habían prometido y, en consecuencia, se alebra.

Pero aunque ni puede ni quiere estar en todo, tampoco sabe servidor desganarse sin más en las nieblas de su retiro, así que escribirá al gobierno para recordarle (se admiten sugerencias) que hay algunos proyectos I+D por desarrollar y de vital importancia para mitigar el malestar de nuestras bienamadas instituciones financieras, tan comprometidas por la urgencia de todo, a saber:

  • La ducha fría verdaderamente
  • El futuro hampoducto europeo
  • La reparación urgente, patrocinada por el ICO, del tercer agujero negro más grande del universo, sito en la Puerta del Sol de Madrid
  • El presostato clasista inverso
  • El vaniloquio extorsivo universal
  • La publicidad instructiva
  • El lecho de Procusto
  • La máquina de cantar «pasaremoslanocheenlaluna. Oli-ali-oli-ali-yu-uuuh».

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