Estaba sentado entre sol y sombra, bebiendo a sorbitos un te con hielo y sumido en uno de esos pensamientos largos, boscosos y agradables que somos incapaces de retomar, e incluso de recordar, una vez interumpidos, cuando apareció Raquel pidiendo que le recomendase otro libro. En lo que va de verano ya ha leído Las ciudades del mundo, de Elio Vittorini, La muerte de Virgilio de Herman Broch y El… [Leer más]